KISSATEN, bocanada 6: SANNO MATSURI, El Festival de Primavera de Takayama
SANNO MATSURI, el Festival de Primavera de Takayama es un festival que se realiza a mediados de Abril siendo uno de los 3 festivales mas importantes de Japón. Un festival para pedir a los dioses la buena suerte... escuchemoslo en:
🚞 Mini-podcast #6 de KISSATEN, bocanadas de KISSA (roku-ban).🚞
Al norte de la Prefectura de Gifu, Takayama es una antigua ciudad feudal conocida por sus antiguas casas de madera que, por su alineación y su altura uniforme, aportan a las calles una belleza linear. Fue fundado en el siglo XVI y es uno de los tres festivales más grandes y más hermosos de Japón. Resplandecientes carrozas recorren la ciudad ofreciendo a los maravillados asistentes una muestra de la artesanía de la región.
La ciudad de Takayama, un enclave cuyo casco histórico conserva algunas casas de madera del período Edo (1600-1868) y destilerías tradicionales de sake recordando, en menor escala, a la cercana Kioto -de ahí la gran afluencia de turistas-, presume de uno de los matsuris más espectaculares y bonitos dividiéndolo en dos etapas: el Festival de Primavera y el de Otoño. El primero se celebra entre el 14 y el 15 de abril con centro en el santuario Hie Jinja, también llamado Sanno-sama, de ahí que el evento sea conocido indistintamente con el nombre de la ciudad o como Sanno Matsuri. El otro se vive el 9 y 10 de octubre, en torno al santuario Sakuruyama Hachiman, por lo que recibe la denominación de Hachiman Matsuri; en realidad es una versión más pequeña del anterior.
Los días 14 y 15 de abril las calles de la ciudad de Takayama se convierten en un hervidero de japoneses dispuestos a disfrutar de uno de los festivales más hermosos de Japón, el Takayama Matsuri, y su desfile Tokeiraku en el que participa un millar de personas trasladándonos al siglo XV con su vestuario, tambores y bailarines mientras ejecutan a la perfección la danza del león Shishimai.
Pero las verdaderas protagonistas son la decena de preciosas carrozas Yatai que les siguen, equipadas con mecanismos que ya existían en el periodo Edo y que mueven una serie de marionetas con una destreza asombrosa que sigue deslumbrando a los espectadores. El broche final lo ponen al atardecer las 100 linternas de papel que adornan estas carrozas, creando un espectáculo aún más hermoso si cabe.
El Sanno Matsuri se basa en una cabalgata de carrozas engalanadas, llamadas Yatai, a las que no mueve más fuerza motriz que la humana, empujadas o arrastradas gracias a sus ruedas. Son vehículos típicamente japoneses, con forma de templo y ricamente decorados con persianas de bambú, cortinas de fuerte colorido, esculturas y abundancia del color dorado que en lo alto suelen llevar Karakuri Ningyo, o sea, títeres que bailan y se mueven gracias a un sistema mecánico de cables y muelles representando escenas. Estas carrozas desfilan por el casco antiguo feudal y atraviesan los tres puentes sobre el río. Por la noche son alineadas e iluminadas mediante típicas linternas shochin para que todo el mundo pueda admirarlas. No obstante, si alguien viaja a Takayama en otras fechas puede verlas igualmente en el museo Yatai Kaikan: hay un total de veinticinco, doce para la primavera, once para el otoño y dos más para otros eventos. Por su parte, máscaras y muñecos son visitables en otro lugar, el Shishi Kaikan, junto al santuario Hachiman.
Takayama es también conocida como “la pequeña Kioto de la región de Hida” y además de servir como punto de partida para las excursiones a los poblados históricos de Shirakawa-go y Gokayama, cuenta con un barrio antiguo muy bien conservado.
La costumbre de celebrar festivales para pedir a los dioses buenas cosechas, éxito en los negocios y felicidad en general es muy antigua. Cuándo se incorporaron las carrozas parece ser más claro: fue entre 1586 y 1692, estando la región gobernada por la familia Kanamori. Entonces, los comerciantes se habían enriquecido pero, no pudiendo emplear su fortuna para ascender de categoría social por estar prohibido, decidieron usarla para mejorar su prestigio haciendo donaciones para que las yatai se construyeran a su gusto. Así, competían entre ellos por hacer la más espectacular. Alguna de las que se conservan tiene dos siglos y medio.
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